Alquidermis

Los orígenes de la investigación sobre Alquidermis

Descubra los fascinantes orígenes de Alquidermis. Este innovador proceso de investigación ha transformado nuestra comprensión del cuidado de la piel. Únase a nosotros para adentrarnos en los avances y descubrimientos fundamentales que sentaron las bases de las fórmulas modernas.

¡Hola amigos y amigas!

En primer lugar, os doy la bienvenida a mi humilde espacio de la cosmética natural donde quiero que conozcáis mi filosofía de vida, sin compuestos tóxicos, siendo mi objetivo principal el poder transmitiros los beneficios de mis elaboraciones.

Desde la humildad de mi familia y, siendo yo muy pequeña, he tenido contacto con el mundo rural, esencialmente debido a que mis padres eran agricultores. Ello me ha llevado a valorar constantemente los regalos de la naturaleza:

– He sido consciente de los recursos vegetales a los que se pueden acceder con no demasiada dificultad y de sus propiedades.

– He podido comprobar la inmensidad de aplicaciones que tienen dichos recursos.

– Siempre me ha interesado conexionar estos recursos con el tratamiento corporal y estético.

Cuando he tenido la posibilidad de emplear parte de mi tiempo al estudio de la cosmética y cuidados naturales no he dudado en hacerlo, como entusiasta de la moda y, sobre todo, como una inquietud personal en el tratamiento de la piel y capilar, tanto en su fase preventiva como su fase reparadora y de mantenimiento.

Soy consciente de la dedicación que conlleva el realizar estos productos de forma artesanal y natural, así como los tiempos de espera para su utilización, pero todo ello no es un obstáculo para hacerlo máxime cuando los resultados se ponen de manifiesto.

En el año 2010 me llevó a un estrés desorbitado que desembocó en una delgadez extrema provocándome muchos problemas de piel y cabello. Sufría brotes de dermatitis espantosos por todo el cuerpo incluido el cuero cabelludo. Visité dermatólogos y estuve sometida a varios tratamientos que, en principio, tenían su efecto, pero los efectos rebotes eran peores. Toda esta situación sirvió para darme cuenta que yo no podía usar nada de productos químicos tóxicos. Fue entonces cuando empecé a leer sobre las propiedades de las plantas, dándome cuenta entonces que el motivo de que la piel de mi madre fuese de ese modo era por los nutrientes naturales que se aplicaba, por los jabones naturales con los que se lavaban y que con tanto mimo elaboraban, complementándolo con una alimentación saludable a base, en su mayor medida, de legumbres y hortalizas del huerto de mi padre. 

Durante esta década he intentado ganar sabiduría en este mundo y no he parado de experimentar. Me hace feliz, además de aportar bienestar tanto a mí como a mi familia. Disfruto haciéndolo y ayudando a los demás.

Me parece importantísimo recodar la piel de mi madre y también la que tenía mi abuela. Mujeres trabajadoras del campo y con muy pocos cuidados. Pieles sensibles, secas por el azote constante del sol e impregnadas de polvo constantemente por los cultivos de la tierra. Aun así, tenían una bonita piel, lisa, tersa y natural (nunca tuvimos la piel así los hijos y nietos). Recuerdo, que, por la noche, al lavarse, se masajeaban con aceite y me llamaba la atención cómo se les quedaba la piel. El resultado reparador parecía increíble.

Según han ido pasando los años y apareciendo mis arrugas, yo me daba cuenta, cada vez más, que mis tratamientos eran menos eficaces que la esencia de nuestros preciados extractos que nos proporciona la naturaleza

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